domingo, 24 de agosto de 2008

dos movimientos contradictorios explicados por Cioran


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En regla general, los hombres esperan la decepción: saben que no tienen que impacientarse, que llegará tarde o temprano, que les dará los plazos necesarios para que puedan entregarse a sus proyectos del momento. Pasa otra cosa con el decepcionado: para él, la decepción sobreviene al mismo tiempo que el acto, no necesita aguardarla, ya está presente. Al liberarse de la sucesión, devora lo posible y vuelve superfluo al futuro. “No puedo encontrarlos en su porvenir”, le dice a los otros. “No tenemos ni un solo instante en común”. Es que para él, todo el porvenir ya está aquí.
Cuando uno percibe el final en el comienzo, va más rápido que el tiempo. La iluminación, decepción fulminante, nos dispensa una certidumbre que transforma al decepcionado en alguien libre.
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Por más desengañado que uno esté, es imposible vivir sin ninguna esperanza. Uno guarda siempre una, a su manera, y esta esperanza inconsciente compensa todas las otras, explícitas, que uno ha rechazado o agotado.

jueves, 14 de agosto de 2008

una versión libre de Roethke

Apartado final del poema “The Long Waters”, de Theodore Roethke. Del libro The far field.
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El agua extensa
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V
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Como se refleja la luz en un lago, al final de la tarde,
cuando vuelan los murciélagos, pegados al agua apenas ondulada parda,
y las olas bajas chocan contra la costa de piedras,
como un fuego, al parecer ya muerto, avivado por una corriente
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA[de aire en una chimenea;

o como una brisa que sube por las rodillas desde una cuesta,
así el viento del mar despierta el deseo.
Mi cuerpo titila con la luz de una llama.

En las aguas que avanzan y retroceden veo
la forma que llega desde mi sueño, llorando:
el eterno, el niño, la parra temblando,
el círculo numinoso que rodea a la flor nueva,
el amigo que corre delante de mí por un cabo con viento,
ni una voz ni una visión.

Yo, que volví de las profundidades riéndome en voz alta,
me transformé en otra cosa;
mis ojos avanzan más allá del más lejano nacimiento de las olas,
y me pierdo y me encuentro a mí mismo
en el agua extensa,
y una vez más me reúno,
y abrazo al mundo.

FF
*
The long waters

As light reflects from a lake, in late evening,/When bats fly, close to slightly titling brownish water,/And the low ripples run over a pebbly shoreline,/As a fire, seemingly long dead,flares up from a downdraft of air in a chimney,/Or a breeze moves over the knees from a low hill,/So the sea wind wakes desires./My body shimmers with a light flame.//I see in the advancing and retreating waters/The shape that came from my sleep weeping:/The eternal one, the child,/The friend that runs before me on the windy headlands,/Neither voice nor vision.//I, who came back from the depths laughing too loudly,/Become another thing;/My eyes extend beyond the farthest bloom of the waves;/I lose and find myself in the long water;/I am gathered together once more;/I embrace the world.

domingo, 10 de agosto de 2008

de "El libro de los muertos" (Philippe Jaccottet)


I

ñ

Aquel que entró en los dominios de la edad
ya no buscará los pabellones ni los jardines,
ni los libros ni los arroyos ni los follajes,
ni la huella, en los espejos, de una más tierna y breve
mano:
el ojo del hombre a esta altura de su vida está velado,
su brazo es demasiado débil para sostener, para conquistar,
lo miro mirar cómo se aleja
todo lo que un día fue su único trabajo, su tierno deseo...

Fuerza escondida, si existe una, te ruego,
que no se hunda en el espanto de sus errores,
que no repita palabras de amor artificiales,
que su gastada fuerza se sobresalte por última vez,
¡que se levante, y que otra ebriedad lo invada!

Sus combates más duros fueron livianos destellos
de pájaros,
sus hechos más graves, apenas una invasión de lluvia;
sus amores no hicieron más que partirse como juncos,
su gloria, no más que inscribir en un muro pronto arruinado
un nombre de ceniza…


I // Celui qui est entré dans le proprietés de l’âge,/il n’en cherchera plus les pavillons ni les jardins,/ni les livres, ni les canaux, ni les feuillages,/ni la trace, aux miroirs, d’une plus brève et tendre/main:/l’oeil de l’homme, en ce lieu de sa vie, est voilé,/son bras trop faible pour saisir, pour conquérir,/je le regarde qui regarde s’éloigner/tout ce qui fut un jour son seul travail, son doux désir...// Forche cachée, s’il en est une, je te prie,/qu’il ne s’enfonce pas dans l’epouvante de ses fautes,/qu’il ne rabâche pas des paroles d’amour factices,/que sa puissance usée une dernière fois sursaute,/se ramasse, et q’une autre ivresse l’envahisse!// Ses combats les plus durs furent légers éclairs d’oiseaux,/ses plus graves hasards à peine une invasion de pluie;/ses amours n’ont jamais fait se briser que des roseaux,/sa gloire inscrire au mur bientôt ruiné un nom de suie...

viernes, 1 de agosto de 2008

uno de Leónidas Lamborghini


Amor y terror

en fin: a
vuestras manos. mi vida
no sé en fin qué
si no es a vuestras manos: para
que sólo en mí: para
saber en mí. cuánto
corta la espada en un
vencido

*
(en base al Soneto II de Garcilaso de la Vega)
*
de "El jugador, el juego". Adriana Hidalgo editora, 2007.