Voy a hablar de los insectos
Que volaban bajo un sol ebrio, se posaban sobre nosotros
y nos chupaban la sangre.
Hundida hasta los tobillos en una tierra esponjosa
Me enseñaste a poner trampas bajo las cabezas de lechuga.
A tomar el cuchillo. Cortar la manzana en dos.
Una mitad era para mí,
La otra, mortal, la depositabas debajo del resorte.
Para que no se devoren lo que has creado, me decías,
Demasiado buena e ingenua para ver dónde y a quién la
estabas colocando.
Escondida en mi cráneo se disparó años más tarde y
siempre me mató
Cuando creía que ahora sí amaba y era amado.
En el primer grado tu hermana me estuvo enseñando
nombres de flores y las formas de las letras,
Conceptos complejos e incomprensibles como lo son la
tecnología, la historia, Dios.
En ese tiempo construyeron en las cercanías un matadero.
Apenas 36 segundos se necesitaba
Para que la vaca estuviera muerta, colgada, desollada y
cortada en trozos grandes.
Mamá, últimamente no sé qué pasa conmigo,
Suelo acostarme temprano, y cuando me duermo sigo
caminando, caminando al infinito,
No sé por dónde ni al encuentro de quién; no sé adónde,
sin embargo, persevero, camino y camino
Hasta que me despierta el zumbido de los mosquitos
mañaneros y sé
Que los tengo que matar, que los tengo que matar a todos.
De Protuberancias.
traductor: Pablo Juan Fajdiga