lunes, 1 de octubre de 2007

Diarios de Kafka


“Me resulta incomprensible que casi todos los que saben escribir puedan objetivar el dolor en medio del dolor; que yo, por ejemplo, en medio de la desdicha, y con la cabeza ardiente de tanta infidelidad, pueda sentarme y comunicarle a alguien por escrito: Soy desgraciado. Sí, puedo incluso ir más lejos y con los diversos adornos, propios de mi talento, con algo que no parece tener nada que ver con la desdicha, puedo fantasear de un modo simple o antitético, o con orquestas enteras de asociaciones. Y no hay mentira en ello ni me calma el dolor; se trata, simplemente, y de un modo generoso, de un desbordamiento de fuerzas en un momento en que el dolor ha consumido visiblemente todas mis energías hasta el fondo de mi ser, donde sigue escarbando. Pero, ¿qué clase de desbordamiento es éste?”

(Septiembre de 1918)

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“M. tiene razón respecto a mí: ‘Todo magnífico, sólo que no está hecho para mí, y con razón’. Con razón, digo yo, y demuestro que tengo al menos esta confianza. ¿O es que ni siquiera la tengo?, porque no pienso realmente en ‘razón’. La vida tiene tanto poder de convicción, que no deja lugar para la razón y la sinrazón. Del mismo modo que tú, en el momento desesperado de la muerte, no podrás meditar en la razón y en la sinrazón, tampoco podrás hacerlo en la desesperación de la vida. Basta con que las flechas encajen exactamente en las heridas que han abierto”

(enero de 1922)

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“Cada vez me da más miedo escribir cosas. Es comprensible. Cada palabra, retorcida en manos de los espíritus —este impulso de la mano es su movimiento característico—, se convierte en una lanza dirigida contra el que habla. Y muy especialmente, una observación como ésta. Y así, hasta el infinito. El consuelo sería sólo: Ocurriá, quieras o no. Y lo que tú quieres, te sirve de bien poco. Más que un consuelo, sería esto: También tú tienes armas”.

(1923)


Franz Kafka, Diarios. Traducción de Feliu Formosa. Tusquets, Barcelona, 2000.

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